Buenos tiempos, por suerte volvieron. Una hora por teléfono, la llamada, la misma secuencia, hasta me anímo a decir que las mismas palabras. Hablamos no tan largo y tendido, pero hablamos.
Le reproché, no me escuchó, se des-entendió. Volví a recodarle viejas cuentas pendientes, esta vez me escuchó, lo sé. Las mismas boludeces, las mismas discusiones.
- Chau, un beso.
-Chau.
(casi lo mismo, sin dudas.)
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